Irreverencias sobre el Capitalismo

Irreverencias sobre el Capitalismo

  1. El comunismo o marxismo no fue sino una reforma del Capitalismo como fue el protestantismo en relación al catolicismo. En ambos casos se conservó lo esencial: el Dinero y Dios.
  2. Para pensar el Capitalismo hay que saber que una trampa atravesó el siglo XX y aún sobrevuela: el Capitalismo piensa por uno antes que uno se ponga a pensar. Ejemplo: El comunismo ha sido una cortina de humo (y no de hierro) que nos han vendido y que hemos comprado para hacernos creer. Muchos cayeron en esa perfecta trampa.
  3. El Capitalismo ha hecho creer que una civilización única, regida por las leyes del progreso y del mercado, debe imponerse a la larga. Eso implica destruir absolutamente todas las culturas. Es decir, es una única máquina de destrucción masiva que ya no necesita de la vieja guerra para destruir. No tiene ni necesita enemigo.
  4. No se lo puede enfrentar jamás siendo el enfrentamiento el arma más perfecta y poderosa que posee el Capitalismo.
  5. Es necesario saber que aún no se sabe qué tipo de acciones llevar a cabo, aunque es absolutamente cierto que las consecuencias a la vista han llevado a la perdida de toda vergüenza y dignidad provocando un Estado Internacional de Angustiados.
  6. El fascismo, el nazismo y cualquier forma de la democracia son absolutamente consecuencias del Capitalismo. Unas son más evidentes que otras en sus medios de destrucción y las democracias más sutiles. Pero todas responden al mismo objetivo.
  7. El Capitalismo no es un problema de mercado ni económico. Es la continuación del judeocristianismo pero en su forma material. Es decir, la manera de seguir aplicando un monoteísmo en los  tiempos actuales. La técnica es uno de los instrumentos, como en otros fueron las Biblias y la imprenta.
  8. El Capitalismo deglute todo, absorbe todo, se solidariza con todo, hace a todos cómplices, los usa y se abusa. Ha logrado que las cabezas, los deseos, los sentimientos, el inconsciente y las percepciones estén a su merced. No necesita castigar ya que ha logrado que la gente sea cómplice y se castigue a sí misma. Fomenta una culpa (y una deuda) mayor que la religión. De ahí la notable insistencia en trabajar. El trabajo hace libres… Divisa de los campos de exterminio aplicada a todos.
  9. El Capitalismo es ante todo un sistema legal que dispone que no haya leyes. Es un sistema lingüístico ha hecho que desaparezcan las lenguas. Es un sistema político que ha destruido la política. Es un sistema educativo para deseducar. Es un sistema publicitario donde los anunciantes son los mismos anunciados. Es un sistema económico bien establecido con una feroz legalidad que permite todos los ilegalismos, todos los contrabandos, todas las excepciones a cualquier conjunto de leyes. Además depara deuda incluso a los que más tienen y desampara sistematicamente. Es un sistema laboral que se cobra intereses con vidas humanas. Es un sistema afectivo que aprovecha la angustia como capital más rentable que el dinero.
  10. El Capitalismo no es un mal. No es un enemigo. No es el diablo. Si fuera eso ya nos hubiéramos puesto a conjurarlo. Justamente no es nada de eso ni tampoco nada de lo contrario: no es el bien, ni es amigable, ni es Dios. Es la prueba fehaciente y el síntoma de que hemos perdido toda capacidad de acción y de pensamiento. Es decir que nos hemos vuelto cobardes, sumisos, miedosos, desesperados, pequeños, aislados. No es el petróleo ni el dinero lo que lo hace funcionar sino la tremenda angustia que atraviesa y sobrevuela la tierra haciéndola cada vez más un espacio cerrado. Disolvió y sigue disolviendo los pueblos y las lenguas, las culturas y las dignidades, las vestimentas y las comidas, las infancias y las vejeces, la calma y el aire fresco. El verdadero capital es la angustia que hace cobardes a los hombres.
  11. El nucleo del Capitalismo está en el Antiguo Testamento, y las consecuencias de ese nucleo está ahora gobernado la tierra bajo el Monoteísmo aplicándose a todo, desde la alimentación hasta la economía, desde la educación hasta la salud, desde la lengua hasta el pensamiento, desde el afecto hasta la vida más íntima. El problema es entonces de índole religioso y no económico. Religioso-teológico-filosófico-afectivo. Mucho más profundo y lejano de lo que piensan los economistas.
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