La cicuta y La Cruz

La cicuta y La Cruz

(Algunas consideraciones sobre Sócrates, la Mitología, el Derecho Romano y Cristo)

No teniendo a los «dioses» mitológicos de la ciudad como medida de la JUSTICIA, Sócrates escandalizó a los hombres porque no sabían de qué modo legitimar su saber y su obrar.

El pequeño paso pero crucial que da Sócrates es querer saber cómo saben los hombres, y lo que revela es ignorancia de ese saber.

Saben pero no saben LO QUE SABEN. Por eso dirá que «sólo sé que no se nada»…y lejos de ser una posición escéptica o especulativa es justamente un atisbo que trastorna la manera de conocerse a sí mismo al mismo tiempo que conocer a los demás. Conocer a los demás es lo que Sócrates hace cuando dialoga y pregunta, y es hacerles conocer lo que no saben.

Es un gesto pequeño y muy realista pero, como dije, crucial para la verdadera introspección y el verdadero diálogo. Y como los hombres sólo quieren conocer y creerse lo que conocen sin saber cómo lo conocen, Sócrates se convierte en un escándalo para los griegos y en punta de lanza del pensamiento Occidental que hace justicia consigo mismo al mismo tiempo que Sócrates tomaba la cicuta.

Al parecer van de la mano el hacer justicia consigo mismo y padecer la muerte en manos de la muchedumbre ignorante.

El pensamiento que defiende Sócrates es dejar de hablar solo para pasar a conversar seriamente con los otros.

De ahí que salga a caminar para encontrarse con cualquiera, y habla no para enseñar ni edificar sino para despojar a los hombres de sus creencias pretenciosas del saber. Comprendió que los hombres griegos vivían en la mixtificación de sí mismos, una especie de fraude del alma que se engaña sin darse cuenta. Fue no el sabio, sino el escucha de la ignorancia mitológica.

Diké y Themis, las dos deidades que representaban la Justicia y el Derecho, aconsejando a Zeus, son fundamentales para comprender la preocupación de Sócrates ante esos hombres que aún permanecían enredados en la murmuración caprichosa de Homero y Hesíodo. Platón, por excelentes razones que no explicaré, los redujo al ostracismo.

Sócrates con su diálogo tenaz dirá que «ya no estamos en manos de estos dioses», sino entre hombres y con hombres para poder establecer un diálogo sobre lo justo e injusto. El daimón al que alude es la voz de su ALMA INMORTAL. Sin trabar contacto con el ALMA no se puede ser NI justo NI bueno y MENOS verdadero.

Diké vigilaba los actos de los hombres y se acercaba al trono de Zeus con lamentos cada vez que un juez violaba la justicia. Era la enemiga de todas las falsedades, y la protectora de la sabia administración de la justicia. Con frecuencia se la llama auxiliar o consejera de Zeus.

Temis, la del «buen consejo», era la encarnación del orden, las leyes y las costumbres. Cuando se le hace caso omiso, sobreviene el justo castigo. Temis no era colérica: ella, «la de preciosas mejillas», fue la primera en ofrecer a Hera una copa cuando volvió al Olimpo afligida por las amenazas de Zeus.

Temis presidía la apropiada relación entre hombre y mujer, la base de la familia legítima y ordenada. Los jueces eran a menudo llamados themistopoloi, «sirvientes de Temis».

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Paso ahora con solución de continuidad al Derecho Romano, y ES necesario conocer que el Corpus Iuris Civilis (la más importante recopilación de Derecho Romano de la historia) fue esencial para el establecimiento del orden jurídico. Este Corpus Iuris Civilis es esencial para ENTENDER el pensamiento de Occidente. Y fue justamente la idea de hacer un Corpus lo que determino e innovó en cuanto al derecho, pero solamente al humano.

Sócrates preparaba silenciosamente el Corpus siendo el primero en preguntarse sobre el Derecho Humano cuando plantea el problema de la justicia, del bien y de la verdad unidas entre sí y formando un solo CUERPO, cuerpo que será primeramente humano para ser poco después DIVINO.

El Corpus Romano se ocupa legítimamente de ser justo, bueno y verdadero porque precisamente recopila el Derecho en un Corpus. De no haberlo hecho la justicia continuaría desenfrenada en acciones de justicia separadas de la verdad y del bien.

Lo que hacen Diké y Themis en el orden mitológico ahora lo hace el Corpus Romano en el orden humano.

NUNCA se relaciona al mismo tiempo y por las mismas razones a Sócrates CON los «dioses mitológicos» Y el Derecho Romano; no haberlo hecho no es mera ingenuidad sino no comprender una vez más que «la justicia-mitológica» se iba desvaneciendo al mismo tiempo que parecía fortalecerse «la justicia humana». No se ve que detrás de la archirepetida  frase del «sólo sé que no sé nada» se construye el edificio de todo el orden del Derecho Humano, es decir de «la justicia-pagana». En otras palabras, lo que Sócrates había conseguido desenmascarar, se volvió a mixtificar pero esta vez más radicalmente, porque ahora los jueces romanos eran garantes de sí mismos y de su saber mediante un Corpus de leyes que explicaban al mismo tiempo a los jueces y a sus leyes. Ya no era necesaria la cicuta contra un sabio que podía ponerla en duda sino la cruz contra el cualquiera, contra el esclavo o el simple rebelde.

A veces, como en este caso, el pensamiento de Sócrates termina, de algún modo secreto, contribuyendo y ordenando un Imperio y las leyes de ese Imperio. Lejos de haber atenuado el capricho de los «dioses» acrecentó el de los hombres. Y por la simple razón de haber creído SOLAMENTE en LA JUSTICIA y en el saber que se puede tener de ella.    

Sócrates más que un filósofo fue un auxiliar de la Justicia en el sentido pleno de la palabra abogado cuya etimología es ad auxilium vocatus, es decir: “el llamado a auxiliar”, “el llamado a vigilar” y “el llamado a custodiar”. Y como todo abogado, se perdió en un callejón sin salida. La República de Platón es un testimonio de ese callejón.

Sócrates fue apenas el primer llamamiento a auxiliar lo justo, verdadero y bueno como una y la misma cosa. POR ESO LO MATARON: porque nadie podía defenderlo. ¿Cómo se puede acusar a quien llama a auxiliar? Es como acusar a la partera de que la parturienta tenga el hijo.

Más tarde ese mismo Corpus Iuris Civilis crucificó fraudulentamente a Cristo no ya porque nadie podía defenderlo sino porque nadie podía condenarlo. Todas eran falsas acusaciones de una justicia humana apestada de abogados y jueces. De algún modo secreto y al mismo tiempo manifiesto, Cristo reveló que no hacía falta JUSTICIA. El escándalo fue aún mayor: ¿Cómo se puede acusar a QUIEN AMA a sus acusadores? Es como acusar a la parturienta de dar a LUZ porque ama el hijo. Porque Cristo reveló que ya no estamos siquiera en manos de los hombres sino YA unidos en un solo CUERPO DE AMOR.

Fue el AMOR quien desmitificó cordialmente, afablemente y mansamente la «justicia mitológica y humana». Porque lo mataron NO LO MATARON. ¿Cómo se puede matar al que por fin supo que no es el saber lo que tiene que saberse?

Guido Mizrahi

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