
La máquina de escribir
«LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL»
CONVERSACIÓN CON FRANK BAUM
Autor del Mago de OZ
CAPÍTULO 15: LA IDENTIDAD DE Oz EL TERRIBLE
&
CAPÍTULO 16: LA MAGIA DEL GRAN FARSANTE
PORTER: ¿Cómo es que llegaron esos viajeros?
FRANK BAUM.: Avanzaron hacia la puerta y sonaron la campanilla. Luego de un momento les abrió el mismo guardián. Después los condujo a la sala de recepción, les puso los anteojos verdes y luego los hizo pasar a la Ciudad Esmeralda hacia el Palacio hasta que el Gran Oz estuviera dispuesto a recibirlos. El soldado hizo avisar directamente a Oz que los viajeros estaban de regreso luego de haber eliminado a la Bruja Maligna. Los cuatro creyeron que el Gran Mago los haría llamar en seguida, mas no fue así, y no tuvieron noticias de él durante varios días.
P: ¿La espera se les hizo pesada?
F.B.: Turbadora, hasta el punto de encolerizarlos. El Espantapájaros pidió a la joven verde que llevara otro mensaje a Oz, diciéndole que, si no los recibía inmediatamente, llamarían a los Monos Alados para que los ayudara y descubrieran si el Mago cumplía sus promesas o no. Cuando Oz recibió este mensaje, se asustó tanto que avisó que se presentaran en el Salón del Trono la mañana siguiente, a las nueve y cuatro minutos. La mañana siguiente, a las nueve en punto, el soldado de la barba verde fue a buscarlos, y cuatro minutos más tarde se hallaban todos en el Salón del Trono.
P: ¿Qué fue lo primero que vieron?
F.B.: Se sorprendieron muchísimo al mirar a su alrededor y no ver a nadie en la gran estancia. Naturalmente, cada uno de ellos esperaba ver al Mago adoptar la forma de la vez anterior. Permanecieron cerca de la puerta y muy juntos uno de otro, pues el silencio era más inquietante que cualquiera de las formas en que se presentara Oz anteriormente.
Al fin oyeron una voz solemne que parecía proceder de un sitio cercano al punto superior de la bóveda.
P: ¿Por qué me buscan?, habrá preguntado Oz.
F.B.: Definitivamente. De nuevo miraron hacia todos los rincones del salón, y luego, al no ver a nadie Dorothy preguntó: ¿Dónde estás?
***
Oz no se resistió en interrumpirnos. ¿Quién mejor que él podía darnos una veraz explicación de los hechos?
OZ: Lo primero que les dije es que estoy «en todas partes» pero que «soy invisible para los ojos de los mortales comunes». Y naturalmente me senté en mi trono para que puedan conversar conmigo.
- B.: En efecto, la voz pareció llegar ahora desde el trono, de modo que todos marcharon hacia allí y se pararon formando fila ante el gran sillón.
O: No paraban de preguntarme: ¿Quien eres tú? Creían que era una gran cabeza o una hermosa dama o una bestia terrible o una bola de fuego. Todos estaban equivocados. Los estuve engañando.
P: ¿Engañando? ¿Acaso no es un Gran Mago?
O: Todos suponen que soy un Gran Mago.
P: ¿Y no lo es?
O: En absoluto. No soy más que un hombre común.
P: Todo me parece una farsa demasiado grande.
O: Es que soy un farsante, por qué negarlo. ¿No hay farsantes entre ustedes? ¿O cree que soy…?
P: ¿Honesto?
- B.: Ha engañado a todos durante tanto tiempo.
P: ¿Nadie sabe que es un farsante?
O: Nadie lo sabe, excepto…
P: ..nosotros que lo estamos escuchando en persona…
F.B.: Yo lo supe desde el comienzo. Todos los que se hacen pasar por una Gran Cabeza lo son. Tretas de expertos y astucias de calificados…y no son más que grandes cabezas fabricadas con cartón y con la cara muy bien pintada. Se los estima demasiado y sin embargo manipulan piolínes detrás de los biombos. Todo lo cuelgan con alambres. Se sirven de cualquier insignificante artimaña para falsificar. Incluso la voz: son ventrilocuos y dirigen su voz hacia cualquier sitio. Parece que están en todas partes pero son meros artilugios para el engaño: para fingir una hermosa dama usan vestido y máscara, para aparentar una bestia terrible juntan un montón de pieles unidas entre sí y mantenidas separadas interiormente por medio de tablillas a fin de darles forma, para simular la bola de fuego usan gran bola de algodón que arde con fiereza al encenderse el combustible de que está empapada.
P: No hay nada mejor que engañar con gansadas.
- B.: Y les creen cuanto más insignificantes sean esas gansadas.
O: Tal cual. Y habrá mejores que yo para las próximas generaciones. Magos de lujo que atarán con fideos lo que parecerán cables, visores que deslumbrán más que cualquier bola de fuego, ventrilocuos que se escucharán por todas partes dentro de esas pantallas…No se imagina cómo perfeccionarán las técnicas. Harán creer a los hombres cosas increíbles con sólo imágenes y voces. Creerán cualquier cosa. Lo mío no es más que el comienzo.
P: ¿Pero no es todo verde en su ciudad?
O: Como la región era tan verde y hermosa, se me ocurrió llamarla la Ciudad Esmeralda, y para que el nombre fuera apropiado les puse anteojos verdes a todos los habitantes, de modo que todo lo que vieran fuera de ese color. Pero cuando uno se pone anteojos verdes… bueno, pues, todo lo que uno ve parece verde. La Ciudad Esmeralda fue construida hace muchísimos años, pues yo era un hombre joven cuando me trajo el globo y ahora soy muy viejo. Pero mis súbditos han usado anteojos verdes durante tanto tiempo que la mayoría de ellos creen que realmente están en una ciudad de esmeraldas, y por cierto que es un lugar hermoso, donde abundan las gemas y los metales preciosos, así como todas las cosas buenas que se requieren para hacerlo a uno feliz. Yo he sido bondadoso con mis vasallos y todos me quieren; pero desde que se construyó este palacio vivo encerrado en él y no los veo.
P: ¿Todas las cosas buenas que se requieren para hacerlo a uno feliz?
- B.: De eso se trata, sólo de eso, nada más que de eso…¿Hacerlo a uno feliz? No pedirán otra cosa más que un cerebro para lograrlo…
P: ¿Un cerebro?
O: Un cerebro…¿No puedes darme un cerebro?, esa será su único interés desde que nazcan hasta que mueran…Querrán un cerebro…Y se sentirán muy desdichados si no les dars ese cerebro. Y uno tendrá que llenarles la cabeza de sesos. «Felicítenme; al fin me darán mi cerebro. Cuando regrese seré como todos los demás», así andarán los pobres descerebrados…Solicitando felicitaciones por todas partes…Todos querrán ser como los demás. Todos querrán ser apreciados por los maravillosos pensamientos que saldrán de sus nuevos cerebros.
P: ¿Pero eso es posible?
O: Primero quitó la cabeza y la vació de la paja de que estaba rellena. tomo una cáscara de grano que mezclo con gran cantidad de alfileres y agujas. Una vez que hube mezclado bien todo esto, coloco la mezcla en la parte superior de cabeza y termino de rellenarla con paja para mantenerla en su lugar. Cuando coloco la cabeza sobre los hombros del paciente le aseguro que de aquí en adelante será un gran hombre, pues acabo de ponerle un cerebro de primera.
P: ¿Y lo creen?
- B.: ¿No lo creen entre ustedes ya?
P: La mayoría ya lleva los anteojos…pero no aún esa clase de cerebros…tan…tan imposibles de creer…Sólo un farsante puede hacer creer esas cosas…
- B.: No faltarán farsantes. Será imposible que falten. ¿Cómo podrán faltar los farsantes cuando toda esta gente querrá creer cosas que todos saben que son imposibles?
O: Habrá que dar a cada uno lo que crea desear. Y con eso…
P: …se conformarán de por vida…
F.B.: Será fácil satisfacer los deseos de todos. Se sentirán más agudos por el sólo hecho de que a sus cabezas les sobresalen todos esos alfileres y agujas…
P: ¿Y más inteligentes?
- B.: Más inteligentes que nunca, porque el farsante es el que sabe hacerles creer que lo son. Con eso basta…