Dios

Dios

Dios es definitivamente mi empleado. Lo despedí varias veces pero vuelvo a tomarlo. Me apenan sus hijos. Insiste en que dejará el alcohol y llegará a tiempo al trabajo. Es administrativo y sirve el café a los clientes. Necesita ganarse la vida porque como dice, siempre que hablamos del tema, “el cielo lo aburre infinitamente y más ahora que el diablo quedó discapacitado mental”

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