Fragmentos imprecisos

Fragmentos imprecisos

                                                                                         Consideraciones preliminares

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Sin una tremenda necesidad—fisiológica y psíquica—no hay lugar para pensar. Hay un tipo de hambre inexplicable que lleva a implicarse en una imperceptible zona de ignorancia por excelencia en la que incluso resulta describir qué clase de ignorancia es, pues no remite justamente a ninguna insuficiencia de saber.

El pensamiento, si bien depende del saber, se mantiene por fuera.

Si no fuera por todas esas contrariedades de la existencia— no habría pensadores insistentes. Obstinados.

Las prohibiciones legales no son asunto del filósofo. Su tarea consiste en percibir prohibiciones imperceptibles encerradas dentro de lo que se puede. O ver aquello que está evidentemente a la vista, y que a pesar de ser mirado, no se ve.

Formarse de una selección o colección de correspondencias así como de disconformidades.

Que lo absurdo ingrese mediante los lugares comunes.

La maquinaria que la sociedad mejor aceita es la que intenta destripar las soledades impertinentes. En otros tiempos más piadosos, recurría a la hoguera.

El hallazgo de una afinidad puede llevar años de tristeza.

Es a fuerza de borradores desparramados que se consigue fraguar una obra que empuje la vida hacia el precipicio—para sentir el vértigo siempre anhelado.

La filosofía es un delito cuyo culpable nunca consigue aclararse.

Mientras la filosofía no sea acusada es porque ella no ha logrado verter sangre en las venas de los opresores.

Las oscuridades son mucho más claras de lo que se piensa.

Los perseguidores de monstruos generan monstruosidades mayores con formas humanas.

Las inquisiciones—que nunca desaparecen— adoptan las formas de la aceptación social.

Un sobresalto—en el ámbito de las ideas— no debe ser tenido en cuenta por más genial que parezca.

Cuando no se piensa se piensa en los derechos del pueblo.

Hay lágrimas que deberían provocar un diluvio para ahogar lamentos indecorosos.

La verdadera filosofía—aquella que está por venir— pasa por lo menos pensado, que no está en ninguna profundidad específica sino en la superficie de las cosas, bien a la vista, no para ser desplegada sino para estorbar.

La enemiga pública que carcome la mera posibilidad de  filosofía es la impaciencia.

Hay una pereza específica que consiste en entregar todo por el trabajo que procura utilidades.

Una de las insuficiencias de la filosofía es que siempre está en falta y nunca basta un último pensamiento.

Consideración sobre la filosofía: llegar al país de las anomalías que perseveran.

Pascal es uno de esos pensadores que absorben demasiado. Dejan exhausto a quien se le acerca por estar tan adentro de una vida inconclusa.

Las palabras en Pascal no son conceptos. Son formas inconceptuales. Impericias para pensar propias de la condición humana.

Una experiencia es aprender externamente—por divertimiento, otra por absorción. Filtración. Infiltración. Humedad. Impregnación.

Enfermedad pascaliana: querer conocer lo que no se puede saber. Ni alabar ni censurar.

 La miseria no es miseria; la grandeza no es grandeza. Se impregnan, se infiltran. Se absorben.

Espanto y asombro van juntos.

 

 

 

 

 

 

 

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