Indignaciones inútiles
Indignarse contra el cotidiano estado de las cosas, desde cómo gobiernan los políticos hasta cómo se deja en libertad a un criminal, fue siempre una obscena costumbre de intelectuales y de la gente común. Solicitar justicia, castigos, derechos, libertades, verdades, culpables, mejorías salariales, más educación y salud, etcétera, que se claman a diario, no son más que caprichos, insensateces infantiles. Espantarse por el estrangulamiento de una niña de once años no deja de ser también una trampa de…